Shh...

Respira aletargada, tan débil entre mis brazo; sus lágrimas besan mi torso, los mechones dorados de su cabello rozan mis brazos, las yemas de mis dedos.

Se abraza las rodillas, encogida sobre sí misma, mientras yo, a su vez, la abrazo en silencio. Soy un patán, un insensible, no puedo decirle nada, no puedo ofrecerle ni una sola palabra.

"El silencio y nada más. Eso te ofrezco, y tú lo sabes, por eso me buscas."

¿Y si se rompe entre mis brazos? No, definitivamente no pienso pronunciar ni una sola palabra; hace apenas unos momentos las lágrimas eran un torrente desesperado, gimoteaba sin cesar, haciendo de mi cuerpo su tibia guarida. Ahora se ha calmado, sus brillantes ojos negros están enrojecidos; perdidos, miran hacia la ventana poblada de estrellas.

Su cuerpo sigue temblando pero la tengo bien sujeta. El tiempo pasa en silencio, descansa en sus tibios y pecosos hombros, se esparce por su rostro compungido y ausente; el tiempo ha muerto en su lánguida mirada.

El techo cada vez se aleja más de nosotros. La sólida pared de mi espalda parece el mullido colchón de mi cama, ella se enfría. Sus lágrimas siguen suicidándose silenciosas por el barranco cada vez que pestañea. Puedo escucharle el corazón desde aquí, ha vuelto a su compás, ya no grita, ya no gimotea, se limita a latir aletargado.

Lo peor ya ha pasado, la tormenta parece que se va marchando poco a poco, pero ¿dónde he quedado yo? Me he perdido también, he quedado varado en algún lugar, dentro de la negrura se sus ojos, he muerto en la marea producida de su canto. He perdido mi corazón, buscando silenciosamente el suyo. No sé qué ha podido pasar ésta vez, pero de algo estoy seguro, quiere esconderse de sí misma, por eso acude a mí, para que construya con mi carne y mi silencio su particular caverna.

Sabe que me da miedo hablar, sabe que no puedo moverme, sabe que estaré aquí, sujetándola, abrazándola, en silencio, en el suelo, dónde sea. Sabe que no me marcharé.

En un suspiro ya estábamos en el suelo tirados, no he tenido tiempo ni de cerrar la puerta de casa, o encender la luz. El timbre taladrándome la cabeza, es de noche, pero no sé qué hora es, la Luna no ha llegado a la ventana así que imagino que serán las cuatro o las cinco de la madrugada; o quizás haya luna Nueva, y no lleguemos a ver ningún rayo lunar…. Lo único seguro es que he salido de la cama, medio dormido, que he abierto la puerta, medio atontado, y la he visto frente a mí, he reconocido su pelo, su nariz, su ropa, sus pies, su angustia, y sus labios pronunciando mi nombre. Su cuerpo derramado sobre el mío, derribándome.

¿Cuánto tiempo ha pasado gimoteando desesperada? Sus lágrimas y yo ya habíamos sido presentadas tiempo atrás, es una llorona, las conocí por primera vez en el cine, y desde entonces las acompañé muchas veces, les di la mano, las contemplé fascinado, jamás en mi vida he conocido a nadie que pudiera llorar tanto. Nacían silenciosamente, sin pena ni gloria, sosegadas, bailando un hermoso vals de camino a su barbilla. Pero esto, estoy que ha hecho hoy es diferente, esto que me ha hecho hoy es una putada, soy directamente partícipe de cada llanto que ha arañado su garganta y se ha descolgado por sus labios, dejando en ellos una mueca horrible. Soy su miedo, y estoy tan aterrado como ella.

"Así eres cuando estás sola…"

Una corriente de aire congelado corretea de un lado a otro del salón, sofocando el calor que el día ha acumulado. La puerta se cierra de golpe, la luz del rellano muere de repente, ahora ya no la veo, ahora es una sombra entre mis brazos.
  
"Tranquila…. Esta noche no estarás sola. Lo sabes, no te juzgaré, ni te daré consejos inútiles, no decidiré por ti, no te empujaré, ni te susurraré mentiras al oído, no te de ofreceré un consuelo inútil, ni siquiera te preguntaré. Soy, estoy, con eso basta."

Sus cabellos se enredan entre mis dedos, su cálido aliento me eriza la piel. Ahora mismo vendería mi alma al diablo por parar el tiempo, pues estoy seguro de que no volverá a repetirlo jamás. No se lo permitiría a sí misma. Después de tanto tiempo puedo leer sus ojos, se siente débil y frágil, no le gusta la idea de apearse del camino y descansar un poco. Pero yo ya sé su secreto, ya sé quién es cuándo se queda sola.

"Estabas perdida y mi silencio te ha encontrado, aunque quizás mañana me odies por ello.

Guardaste los pedazos rotos, puedo verlos en tus ojos, aunque no me mires. Fabricaste algo nuevo y nos engañaste a todos… ¡Y escondes todos esos pedazos que has acumulado a lo largo del camino, como si fueran jodidos dioses a los que llorar! "

Mis brazos estrechan su espacio vital, pegándola a mí. Tan testaruda, tan valiente.

Una sonrisa amarga se dibuja en mis labios, me volveré loco si seguimos así. ¿Estaré sirviéndole de algo? Quizás… No sirva de nada, no he podido darle palabras de ánimo, ni besos de amor. No me ha dejado dárselos.

Mis ojos se humedecen, y la miro, y ella se agazapa, y tiembla.